viernes, 19 de junio de 2015

ARTÍCULO: EL EJÉRCITO EN LAS CALLES


¡Unno, dos; unno dos; unno dos!. Al ritmo que va marcando el sargento Quispe del cuerpo de intervención rápida del ejército de tierra, el pelotón de soldados a sus órdenes, se desplaza con rapidez y agilidad por el G.Ruiz, para seguidamente atravesar, a  la orden de ¡¡Paso ligero!! , la Av. Pardo y la  confluencia con G. Bolognesi, para conducirles hasta el Malecón por donde y a un tiro de piedra llegarán a la plaza 28 de Julio. Plaza en la que confluirán todos y cada uno de los miembros integrantes de los diversos escuadrones del ejército, que ya están en nuestra ciudad. Allí, centro de reunión matinal de los ejércitos desplazados, reciben las órdenes del día. La de hoy es realizar unas maniobras tácticas de distracción para confundir al enemigo y ganarle la retaguardia. Las órdenes de ayer, por cierto muy bien realizadas, consistieron en la ejecución de sendas emboscadas al hipotético enemigo que se había refugiado en el barrio de la Esperanza. Así un día y otro desde que llegaron hace unos tres meses y establecieron sus barracones en las cercanías del barrio de San Pedro. Siempre a la vista del público que en un principio atónito ante su presencia en las calles, llegaba incluso a aplaudirles, para ahora tras el tiempo y vicisitudes acontecidas ya les contemplan con más normalidad e incluso indiferencia. Así, a los pocos días de su llegada, el público asistente a una de las maniobras, al ver al atascón de uno de los blindados ligeros en uno de los numerosos socavones de la Avda Pardo intervinieron rápidamente y liberaron al vehículo y ocupantes. En otra ocasión un par de soldados motorizados sufrieron un aparatoso accidente, con resultado de sendas fracturas de tibia y peroné y severo traumatismo cráneo encefálico, también en la misma avenida, motivado por la presencia de unas obras sin señalizar, y el público presto y atento los condujo a la Caleta. Por el contrario, y me pregunto por qué será, transcurrido el tiempo, el otro día,  otro motorizado se empotró y atascó en la zanja perimetral y embarrada del mercadito 2 de Mayo, y cuantos comerciantes y transeúntes lo presenciaron, lo vieron con la mayor normalidad, sin mover un solo dedo, a diferencia de lo que se hacían a su llegada, tiempo atrás. Ahora el paso matinal de los militares en traje de campaña por nuestras calles no despierta interés alguno en los viandantes, que ya no prestan atención. Y es que los resultados disuasorios de su presencia no han surtido el efecto deseado, quizá porque en la ciudad no sirven de nada las emboscadas, ni las acciones envolventes, ni los ataques por la retaguardia, ni las tácticas militares ante enemigos (sicarios) urbanos invisibles. Aunque siendo sinceros sí hay que reconocer lo bien que son recibidos y aplaudidos por el público asistente en el desfile dominical matinal en honor de la Bandera. Su desfile en ropa de gala es sencillamente espectacular. Y es que su marcialidad arrebata y su uniforme deslumbra.
Como decía imaginariamente, hace tres meses que llegaron, ante la solicitud de las autoridades locales, alarmados por la ola delincuencial existente y la no menor de crímenes del sicariato, y la situación continúa igual. La petición, supongo imaginaria, se hizo  por una parte por la escasez existente de policías nacionales en la zona para detener la ola de crímenes, y por otra amparándose en que en el BRAE patrullan conjuntamente la Policía Nacional y el Ejército. O sea, se hizo en función del número de policías existentes y se supuso, cosa que parece se está descartando, que incrementando el número de patrullas disminuirían sobre todo los delitos de sangre. Sin duda el número de agentes dedicados al patrullaje, a los que hay que sumar ese esforzado cuerpo municipal del Serenazgo, es totalmente insuficiente para el número de habitantes existente. Esto queda bastante claro. De lo que podría disentirse es de la afirmación de que lo importante es la cantidad de los actuantes y no la calidad de lo actuado. A juicio de los expertos en seguridad la poca atención dedicada por las autoridades, policiales y civiles, a la formación y exigencia a proporcionar y solicitar a los cuerpos de inteligencia de la Policía Nacional es el mayor problema, pues hace que la Prevención sea prácticamente nula. Estos cuerpos policiales, son los llamados a identificar, fijar y arrestar a los sicarios afincados y llegados al lugar. Lo que crea serias dudas en la población es la inoperancia, a las pruebas se remiten, de las acciones preventivas llevadas a término por nuestros policías. Y la gente del lugar se pregunta: ¿Acaso la Policía no sabe dónde se ubican y conoce quienes son los principales sicarios de la ciudad? ¿No saben inmediatamente quién o quienes llegan a nuestra ciudad a cumplir su “trabajito” por encargo? .Todos están convencidos de que sí, si lo saben, pero por dejadez, ineficacia, tardanza  u otras cosas bastante más serias y graves resultan inoperantes.  Sabido es que el 90% de los delitos de sangre resueltos lo son gracias a las delaciones de los propios sicarios y a la actuación de los servicios de inteligencia. De los servicios del Ministerio Público en su faceta investigadora más vale no hablar. Y de la acción del Ministerio de Justicia tampoco.
Y por otra parte se intentó justificar la solicitud, creo por ahora imaginaria, de la intervención del Ejército, por su  presencia en el Braem, donde realiza patrullaje conjuntamente con la Policía Nacional. Intervención allí justificada por tratarse de zona selvática y además infestada de narcotraficantes y terroristas. Cosas, que en nuestra ciudad la primera está descartada y las segundas en parte también. Por lo tanto, no sería justificable ni la solicitud y mucho menos la concesión de la presencia del Ejército, cuya misión sabido es consiste en proteger la integridad nacional, nuestras fronteras y en última instancia preservar el orden Constitucional. Y ninguno de estos presupuestos se ha dado. Así como “el casado casa quiere”, para que todo el mundo lo entienda, “el acuartelado cuarteles quiere” por lo que resulta bueno  para la democracia que cada uno ocupe en la sociedad el lugar que le corresponde. Y el mejor lugar para la estancia de los ejércitos en tiempos de paz son sus respectivos cuarteles. De esa manera evitarán, noticia sin confirmar pues todo es, repito, imaginación de quien les escribe,  que les roben durante los casi tres meses transcurridos de estancia, 4 vehículos ligeros, 6 metralletas ligeras, 8 pistolas de 9mm, 20 chalecos antibalas y un número indeterminado de morteros y granadas de mano. Y es que quizá acamparon donde no debían.
Señores dirigentes civiles y policiales, con todos mis respetos a los gloriosos ejércitos peruanos, menos demagogia, y más seriedad en su trabajo que el pueblo no tiene un pelo de tonto y además se les agradecerá.
Moraleja: Un ejército de principios puede penetrar donde un ejército de soldados no pueden hacerlo.(Thomas Paine)
Así sea.
EL VIGÍA


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