¡Unno,
dos; unno dos; unno dos!. Al ritmo que va marcando el sargento Quispe del
cuerpo de intervención rápida del ejército de tierra, el pelotón de soldados a
sus órdenes, se desplaza con rapidez y agilidad por el G.Ruiz, para
seguidamente atravesar, a la orden de
¡¡Paso ligero!! , la Av. Pardo y la confluencia con G. Bolognesi, para conducirles
hasta el Malecón por donde y a un tiro de piedra llegarán a la plaza 28 de
Julio. Plaza en la que confluirán todos y cada uno de los miembros integrantes
de los diversos escuadrones del ejército, que ya están en nuestra ciudad. Allí,
centro de reunión matinal de los ejércitos desplazados, reciben las órdenes del
día. La de hoy es realizar unas maniobras tácticas de distracción para
confundir al enemigo y ganarle la retaguardia. Las órdenes de ayer, por cierto
muy bien realizadas, consistieron en la ejecución de sendas emboscadas al
hipotético enemigo que se había refugiado en el barrio de la Esperanza. Así un
día y otro desde que llegaron hace unos tres meses y establecieron sus
barracones en las cercanías del barrio de San Pedro. Siempre a la vista del
público que en un principio atónito ante su presencia en las calles, llegaba
incluso a aplaudirles, para ahora tras el tiempo y vicisitudes acontecidas ya
les contemplan con más normalidad e incluso indiferencia. Así, a los pocos días
de su llegada, el público asistente a una de las maniobras, al ver al atascón
de uno de los blindados ligeros en uno de los numerosos socavones de la Avda
Pardo intervinieron rápidamente y liberaron al vehículo y ocupantes. En otra
ocasión un par de soldados motorizados sufrieron un aparatoso accidente, con
resultado de sendas fracturas de tibia y peroné y severo traumatismo cráneo
encefálico, también en la misma avenida, motivado por la presencia de unas
obras sin señalizar, y el público presto y atento los condujo a la Caleta. Por
el contrario, y me pregunto por qué será, transcurrido el tiempo, el otro día, otro motorizado se empotró y atascó en la
zanja perimetral y embarrada del mercadito 2 de Mayo, y cuantos comerciantes y
transeúntes lo presenciaron, lo vieron con la mayor normalidad, sin mover un
solo dedo, a diferencia de lo que se hacían a su llegada, tiempo atrás. Ahora
el paso matinal de los militares en traje de campaña por nuestras calles no
despierta interés alguno en los viandantes, que ya no prestan atención. Y es
que los resultados disuasorios de su presencia no han surtido el efecto
deseado, quizá porque en la ciudad no sirven de nada las emboscadas, ni las
acciones envolventes, ni los ataques por la retaguardia, ni las tácticas
militares ante enemigos (sicarios) urbanos invisibles. Aunque siendo sinceros
sí hay que reconocer lo bien que son recibidos y aplaudidos por el público
asistente en el desfile dominical matinal en honor de la Bandera. Su desfile en
ropa de gala es sencillamente espectacular. Y es que su marcialidad arrebata y
su uniforme deslumbra.
Como
decía imaginariamente, hace tres meses que llegaron, ante la solicitud de las
autoridades locales, alarmados por la ola delincuencial existente y la no menor
de crímenes del sicariato, y la situación continúa igual. La petición, supongo imaginaria,
se hizo por una parte por la escasez existente
de policías nacionales en la zona para detener la ola de crímenes, y por otra
amparándose en que en el BRAE patrullan conjuntamente la Policía Nacional y el
Ejército. O sea, se hizo en función del número de policías existentes y se
supuso, cosa que parece se está descartando, que incrementando el número de
patrullas disminuirían sobre todo los delitos de sangre. Sin duda el número de
agentes dedicados al patrullaje, a los que hay que sumar ese esforzado cuerpo
municipal del Serenazgo, es totalmente insuficiente para el número de
habitantes existente. Esto queda bastante claro. De lo que podría disentirse es
de la afirmación de que lo importante es la cantidad de los actuantes y no la
calidad de lo actuado. A juicio de los expertos en seguridad la poca atención
dedicada por las autoridades, policiales y civiles, a la formación y exigencia
a proporcionar y solicitar a los cuerpos de inteligencia de la Policía Nacional
es el mayor problema, pues hace que la Prevención sea prácticamente nula. Estos
cuerpos policiales, son los llamados a identificar, fijar y arrestar a los
sicarios afincados y llegados al lugar. Lo que crea serias dudas en la
población es la inoperancia, a las pruebas se remiten, de las acciones
preventivas llevadas a término por nuestros policías. Y la gente del lugar se
pregunta: ¿Acaso la Policía no sabe dónde se ubican y conoce quienes son los
principales sicarios de la ciudad? ¿No saben inmediatamente quién o quienes
llegan a nuestra ciudad a cumplir su “trabajito” por encargo? .Todos están
convencidos de que sí, si lo saben, pero por dejadez, ineficacia, tardanza u otras cosas bastante más serias y graves
resultan inoperantes. Sabido es que el
90% de los delitos de sangre resueltos lo son gracias a las delaciones de los
propios sicarios y a la actuación de los servicios de inteligencia. De los
servicios del Ministerio Público en su faceta investigadora más vale no hablar.
Y de la acción del Ministerio de Justicia tampoco.
Y
por otra parte se intentó justificar la solicitud, creo por ahora imaginaria,
de la intervención del Ejército, por su
presencia en el Braem, donde realiza patrullaje conjuntamente con la
Policía Nacional. Intervención allí justificada por tratarse de zona selvática
y además infestada de narcotraficantes y terroristas. Cosas, que en nuestra
ciudad la primera está descartada y las segundas en parte también. Por lo
tanto, no sería justificable ni la solicitud y mucho menos la concesión de la presencia
del Ejército, cuya misión sabido es consiste en proteger la integridad
nacional, nuestras fronteras y en última instancia preservar el orden
Constitucional. Y ninguno de estos presupuestos se ha dado. Así como “el casado
casa quiere”, para que todo el mundo lo entienda, “el acuartelado cuarteles
quiere” por lo que resulta bueno para la
democracia que cada uno ocupe en la sociedad el lugar que le corresponde. Y el
mejor lugar para la estancia de los ejércitos en tiempos de paz son sus
respectivos cuarteles. De esa manera evitarán, noticia sin confirmar pues todo
es, repito, imaginación de quien les escribe, que les roben durante los casi tres meses
transcurridos de estancia, 4 vehículos ligeros, 6 metralletas ligeras, 8
pistolas de 9mm, 20 chalecos antibalas y un número indeterminado de morteros y granadas
de mano. Y es que quizá acamparon donde no debían.
Señores
dirigentes civiles y policiales, con todos mis respetos a los gloriosos
ejércitos peruanos, menos demagogia, y más seriedad en su trabajo que el pueblo
no tiene un pelo de tonto y además se les agradecerá.
Moraleja: Un ejército de principios puede penetrar donde
un ejército de soldados no pueden hacerlo.(Thomas Paine)
Así
sea.
EL
VIGÍA
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