Hay una dama que siempre ha
llamado mi atención, no sólo por su belleza natural, con unos ojos grandes como
platos, labios atrayentes, pelo rubio con un pequeño cerquillo, estatura
mediana, sonrisa contagiosa y profusa feminidad a pesar de sus pantalones, sino
también por el donaire con el que está manteniendo el “tipo” en sus continuas
visitas al Palacio de Justicia. Me estoy refiriendo a Doña Victoria Espinoza García, alcaldesa de la ciudad y lideresa de un partido político
en el que es conocida por el sobrenombre popular de Vicky, y a la que deseo
sinceramente pueda obtener unos resultados acordes a su nombre, cosa difícil,
en los complejos y complicados litigios en los que ahora, hasta los semáforos
parpadean asustados, y que de un tiempo a esta parte viene afrontando. Es de
desear que la altura profesional de sus abogados sea coincidente con la de los
casos que se le avecinan que no es poca. Le deseo mucha suerte pues falta le va
a hacer. Aunque todo hay que decirlo, su actuación junto con otros tres
alcaldes foráneos, ha dejado mucho que desear, al arremeter judicialmente
contra un fiel servidor del Estado, el Sr Asmat Urcia. Quizá originado por un
asesoramiento superficial o inadecuado, o un afán de desviar la atención en
otra dirección, o vayan ustedes a saber por qué ha sido. Sea cual sea la causa
de lo que puede considerarse como un “patinazo”, y no me estoy refiriendo al
aspecto judicial, que doctores tiene la Ley para su correcta aplicación, sino
al social, al terreno del hombre de la calle, que no puede entender cómo es
posible que unas autoridades públicas elegidas por ellos, arremetan
judicialmente contra otra que además de defender la legalidad vigente, que es
lo que está haciendo, tiene y puede presumir de una trayectoria profesional
clara, limpia y honesta como es la del Procurador aludido, cosa que no todos
pueden aducir. Creo que la autoridad de la que han sido revestidos tanto Doña
Victoria, como los tres restantes alcaldes denunciantes, van a quedar por los
suelos si no salen claramente triunfantes del litigio que ellos mismos han
interpuesto. Hasta el extremo de que si en ellos reina la dignidad deberían
dimitir de sus puestos tras un fallo desfavorable, cosa que es más que posible.
Pero bueno, todo eso queda para un futuro cercano.
Mucho más cercano era el
resultado del primer juicio que tenía que afrontar Doña Victoria, por el
enriquecimiento ilícito de más de 1.000.000 de soles en compañía de su
conviviente Sr. Agapito Vasques y para los que la Fiscalía solicitó siete años
de cárcel más una devolución similar a lo enriquecido ilícitamente. Este juicio
en su última sesión se celebró el pasado jueves 21, a las18h, y al que asistí,
pues creí merecería la pena oír en directo la sentencia dictada al tratarse de
un personaje público de relevancia. Paso a narrarles lo acontecido.
Son las 11,30 de la noche cuando vuelvo del Palacio de
justicia, que, tras lo visto y oído escribo con minúsculas. Y es que como digo,
vuelvo a casa pero con la idea de que la
justicia se ha empequeñecido, se ha minimizado, y se ha convertido en una
caricatura de lo que debe ser. Les cuento.
Tras varias horas de espera,
pues esta última sesión era para dictar como decía antes, una sentencia muy esperada, se ha procedido a
dictarla con un contenido insólito, inesperado y muy peculiar.
La presencia física en la sala de Doña
Victoria, hacía presumir que conocía o sabía el sentido absolutorio de la
sentencia, y más al declarar públicamente que “No me voy a ir, me voy a quedar,
escucharé toda la sentencia”. Estas palabras me reafirmaron en mi creencia de
que conocía el sentido absolutorio de la sentencia. Cosa que me costaba creer
por la falta de pruebas absolutorias presentadas por su defensa que esta vez reaparecía
sin “calentura” como la sufrida la semana pasada. La verdad es que Doña
Victoria, o presentía o conocía que de allí no se iba a la “trona”, y de ahí no
solo la elegancia del terno azul turquesa que tan elegantemente lucía, sino sus
palabras antes mencionadas en el sentido de que “de aquí no me voy” y a las que
sólo le falto decir “a Cambio Puente”. Y para confirmar sus presagios o
conocimiento, vayan ustedes a saber, Don David Aguilar Ponce, Juez del Juzgado
Unipersonal de la Corte Superior de Justicia del Santa emitió la siguiente
sentencia: “Se les condena por enriquecimiento ilícito a 7 años de privación de
libertad y a 3 de inhabilitación para cargo público” para seguidamente decir
“que la pena no se ejecute inmediatamente, es decir , que no vayan a prisión
dado que los acusados siempre han concurrido a las audiencias y cuentan con
comparecencia simple” y que mientras no haya una sentencia firme se mantiene la
presunción de inocencia. O dicho de otra manera, para que usted querido lector
mejor lo entienda: Si, pero no. O sea, son culpables, pero como por ahora vienen siendo buenos chicos,
no se ejecute la sentencia hasta que la
revise otro juez. Algo insólito por no darle un calificativo más duro, pues sin
haber apelación alguna el Sr. Juez ya la estaba proponiendo. Personalmente me
recordó, salvando las distancias y con todos mis respetos, al lavado de manos
que realizó aquel prefecto de Judea en el siglo I y que llevaba por nombre
Poncio Pilatos. En lo referente a la reparación civil se les condenó a devolver
solidariamente algo más del millón de soles denunciado, al mismo tiempo que se
les citaba para presentarse obligatoriamente el próximo lunes a las 8,30 h. en el Juzgado de
Investigación Preparatoria. En fin, sentencia con feliz fin de semana incluido
para los “condenados”, que no tendrán que volver a Palacio hasta el lunes
próximo, y que sin duda originará un
terremoto judicial al sentar un precedente y sentar jurisprudencia. Terremoto, acompañado de truenos, relámpagos y tsunami
incluido. Y si no es así es que andamos muy, pero que muy mal. Rematadamente
mal.
Y una vez dicho todo lo dicho
no me queda sino felicitar una vez más a Doña Victoria por su elegancia y
prestancia, realmente impresionante, hasta tal extremo que cuantos allí
estuvimos, incluido posiblemente el mismo Doctor Aguilar, quedamos deslumbrados
de la arrogancia, el poderío, el saber estar y sobre todo la fuerza premonitoria de esta mujer que intuyó desde
antes de empezar la sesión, que el fin de semana lo pasaría felizmente disfrutando
del sol al aire libre. Cosa que tengo que confesarles, yo estaba convencido de
lo contrario pues todos los indicios apuntaban a que se dictarían y
cumplirían las penas solicitadas, y que si no lo manifesté públicamente fue por
el respeto que me merecían los encausados. A la vista de lo visto habrá que
augurarle a Dña Victoria éxitos similares o mayores al de hoy en los tres
juicios que se le avecinan y en los que se le solicitan bastantes más años de
privación de libertad de los siete que el juez ha dejado en “sí, pero no”. Lo
que también puede ocurrir es que en otras futuras audiencias ese poderío que ha
irradiado hoy no deslumbre a nadie y las cosas se desarrollen con otros
criterios en los que las sentencias dictadas no sean, repito, tan inesperadas,
sorprendentes, insólitas y posiblemente peligrosas. Y digo esto último por el
precedente y jurisprudencia que esta sentencia puede conllevar.
Refrán:”La absolución del culpable es la condena del
juez” (Publio Siro)
Así sea.
EL VIGÍA
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